Fuiste una gran luchadora con tu enfermedad y a pesar de que te limitaba bastante, fuiste nuestra mejor compañera y la de Keko. Eras todo alegría con quienes te rodeaban, esa alegría que nunca te abandonó. Tu ausencia nos llenó de tristeza, lloramos tu perdida por la pena de no volver a verte. La casa parecía tan vacía sin tí…

Pero entendimos que por fin descansabas en paz y que aquella maltdita enfermedad ya no te tenía presa. Nos quedó el consuelo de haberte tenido, de que compartieras con nosotros tu existencia. Tu recuerdo siempre estará presente en nuestros corazones. Sólo deseamos que allá donde estés, seas Feliz.